martes, 26 de abril de 2011

A la baja, popularidad del Maratón de Balsas Rústicas


Escrito por Ramiro Vargas Beltrán

TLAPEHUALA, GRO. La justa deportiva del “Maratón de Balsas Rústicas” en Tlapehuala de nueva cuenta llamó la atención de residentes y visitantes, y aunque este año no hubo mucha respuesta a la convocatoria previamente dada a conocer, llegaron competidores de Ciudad Altamirano, Arcelia, Huetamo y los anfitriones.

Prácticamente nadie se escapa al bullicio, a la algarabía propia del evento; casi nadie se sustrae a la oportunidad de convivir con los miembros de su familia allá en “La Playita”.

“La Playita” es el lugar más concurrido en los últimos 23 años; y no es para menos, ahí se dan cita desde autoridades municipales, autoridades federales, representantes de agrupaciones no gubernamentales, agrupaciones musicales, comediantes y deportistas de futbol y volibol playero, familias enteras ya sea de Tlapehuala o sus alrededores.

Desde hace 23 años

Desde hace 23 años el maratón de balsas rústicas en Tlapehuala se ha venido realizando de manera consecutiva, diríase que desde entonces se observa una mayor organización; la historia registra que algunos años atrás, hubo algunas intentonas de deportistas que quisieron hacer de este deporte el evento de mayor trascendencia.
Sin embargo, por una u otra razón este proyecto no se cristalizó como eran sus deseos.

Después, otro grupo de tlapehualenses retomó la idea de llevar a cabo una competencia de balsas rústicas sobre el milenario río Balsas.

Con esta idea volvió a renacer la ilusión de implantar el maratón de balsas rústicas navegando río abajo desde el embarcadero de San Jerónimo, comunidad enclavada en el municipio de Ajuchitlán del Progreso.

A su leal saber y entender, algunos intrépidos tlapehualenses construyeron sus balsas de manera rústica, de ahí su nombre, ya que una de las características de estas embarcaciones, es que el competidor construya su propia balsa utilizando solamente algunos enseres como lazo, clavos, fajilla, triplay, naylon o plástico, lona, pegamento, y su principal elemento: las cámaras, pueden ser de camión, tractor o tráiler.

Inicialmente se competía por el solo hecho de saberse ganador; se recorrían los kilómetros río abajo desde San Jerónimo hasta “La Playita” con el firme propósito de ostentar el primer lugar de la carrera.

Con el paso de los años, esta justa deportiva fue ganando auge y su prestigio pronto traspasó las fronteras del municipio de Tlapehuala.

Casa Sábado de Gloria era esperado con ansias y los competidores eran celosos: nadie permitía que otro contrincante viera su embarcación antes de la competencia, esto era para que el rival no copiara algún detalle de la embarcación “enemiga”; muchas veces ahí radicaba ganar o perder la justa deportiva.

Quienes no han participado en esta competencia pudieran pensar que remar a favor de la corriente es tarea fácil para los competidores.
Sin embargo, los deportistas que han surcado las ag
uas del río Balsas en esta competencia saben lo difícil que resulta abrirse paso en las densas aguas, sobre todo en esta época del año, precisamente cuando el nivel del agua está más bajo que de costumbre.

Llegar en uno los primeros lugares, si es que acaso no se lograba atrapar el primerísimo lugar, era gratificante recibir la felicitación y el reconocimiento de los demás participantes.

Ser reconocido como el ganador, valía la pena el esfuerzo físico realizado durante más de una hora remando en la balsa rústica.

El quemante sol que cae a plomo sobre la espalda de los competidores durante el recorrido, el calor, el cansancio, la falta de agua durante el trayecto y el esfuerzo constante al remar agobian al participante.

Premios económicos

De repente, aparecieron los premios económicos más atractivos, incluso, la buena economía daba hasta para premiar en dólares americanos; llegó a premiarse con 500 dólares al primer lugar de las balsas rústicas, 400 al segundo, 300 al tercero, 200 al cuarto y 100 dólares a quien atrapara el quinto lugar.

Quedar en los primeros cinco lugares de esta competencia era una proeza, la flotilla de competidores rebasaba las 30 embarcaciones.

Era todo un espectáculo ver salir a embarcaciones multicolores del embarcadero de San Jerónimo.

En esos años mozos de la competencia, los participantes luchaban con más ahínco para abrirse paso entre toda la flotilla de competidores.

El poder de convocatoria fue tal, que llegaron competidores del municipio de San Miguel Totolapan, de la presa “Vicente Guerrero”, de Ciudad Altamirano, del estado de Michoacán y fue tanta la variedad de embarcaciones que hubo que hacer más categorías.
Se dio paso a los kaya´s en sus diferentes modalidades, en balsas rústicas hubo categorías “A” y “B”, las autoridades municipales también aportaron su mejor esfuerzo para que esta fiesta, que ya no era exclusiva de los tlapehualenses, tuviera una mayor relevancia.

Los premios económicos fueron uno de los principales atractivos para los participantes, los ganadores recibían su reconocimiento impreso en fino papel y un grabado en vidrio mandado hacer con oportunidad.

Familias enteras disfrutaban de los encuentros deportivos de volibol y futbol playero, de la música y la variedad artística.

Las aguas del río Balsas son y han sido un atractivo para bañar, nadar o para pasear el barcos de madera; cruzar de un lado al otro el mismo río, es una aventura que muchos la han vivido.

Sergio Velázquez Castro

Este evento no puede entenderse sin la presencia de Sergio Velázquez Castro, las autoridades municipales, en su momento, palparon el apoyo de este corredor profesional de lanchas de turbina sobre ríos.

Los competidores esperaban cada año la presencia de Sergio Velázquez, con días de anticipación llegaba a Tierra Caliente para visitar a sus amigos y principalmente para anunciar en Tlapehuala la bolsa de premios que traía para el evento.
Y de pronto, las premiaciones ya no fueron en dólares americanos; fueron cambiados a pesos, de repente, ya no llegaron muchos competidores, cada vez eran menos, y sin embargo, Sergio Velázquez seguía apoyando cada año a este evento.

Y aunque las familias seguían fluyendo a “La Playita”, cada vez eran menos.
Esta vez, las balsas rústicas se pudieron contar con los dedos de las manos y sobraron dedos; poco o nada existe de aquel interés que alguna vez atrajo a muchos competidores.

Esta vez, Sergio Velázquez Castro no apoyó como en otros años; su ausencia fue notoria, ya no envió ni mucho menos trajo la bolsa de premios que en otros ayeres era el atractivo de los competidores.

Muchos calentanos se quedaron con las ganas de estrechar la diestra de amigo, del deportista que siempre prodigó aliento a los participantes; trasladarse desde Santa Ana California no representaba ningún sacrificio para el corredor de lanchas de turbina.

Muchas familias tampoco llegaron como en años anteriores, muchos participantes decidieron no llegar a “La Playita”.

“¿Que hemos hecho? ¡Hemos sepultado al maratón!” Dijo Mario Antúnez al ver partir apenas a un quinteto de balsas rústicas este Sábado de Gloria.

Nadie puede negar que a través de los años “algo” pasó en este evento náutico que ya no es el mismo; ya no es el mismo interés en los participantes, nadie puede negar que es urgente hacer algo.

“La Playita” y el cerro “Pelón” seguirán esperando, como cada año, la llegada de los maratonistas y sus familias; sólo ellos tienen asegurada su participación en los años venideros.

Despertar del Sur, 25 de abril de 2011

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